La sangrienta “rebelión cívico-religiosa”

NICALEAKS

Más que asustados, vimos azorados cómo la oposición, al mando de grupos armados, destruía el país a partir del 18 de abril del año pasado. Fue un intento de golpe de Estado en toda regla, aunque ahora traten de negarlo desesperadamente por temor a enfrentar las consecuencias judiciales.

No fue una “rebelión cívica” a como tratan de hacer creer los medios de comunicación involucrados en la aventura sangrienta que costó casi 200 vidas de nicaragüenses. ¿Cuándo se ha visto que el civismo involucre fusiles de guerra, armas de cacería, escopetas, pistolas, bombas de 5, 10 y 20 libras y otros instrumentos no convencionales pero igualmente mortíferos?

Los golpistas inmovilizaron al país entero con sus tranques de la muerte y una vez que las principales vías de comunicación estuvieron en su poder, no usaron la violencia al azar, sino que la enfocaron selectivamente en agentes policiales y militantes y simpatizantes sandinistas, donde se contabilizan las mayores bajas.

El MRS filtró un mensaje entre sus allegados a fin de que acopiaran comida y agua para por lo menos dos meses, que era el tiempo que calculaban para que el presidente Daniel Ortega les entregara el poder.

Mientras tanto, los confabulados se avituallaban también con varias toneladas de alimentos, medicinas, armas, explosivos y otros pertrechos robados en farmacias, centros de salud, grandes expendios e incluso donados por empresarios afines y miembros de la oligarquía.

¿Que no era un golpe de Estado? ¿Entonces para qué tantos preparativos? ¿Por qué asesinaron, torturaron, violaron y vejaron, entre otros muchos delitos? ¿Por qué arrebataron escopetas y pistolas a vigilantes de empresas e instituciones estatales?

Una vez caídos los tranques, fue impresionante la cantidad de suministros de todo tipo encontrados en la Upoli, la UNAN-Managua y algunas iglesias protegidas por monjas arrodilladas a mitad de la calle para impedir el avance de las patrullas policiales a fin de que no descubrieran sus “sagrados” secretos.

Aunque de nada les valió, manipularon el sentido de la prosternación al igual que otros valores religiosos a fin de obtener sus oscuros propósitos. ¿Cómo justifican estos “rebeldes cívico- religiosos” semejante acopio de vituallas y armas si su objetivo no era el derrocamiento violento de un gobierno constitucional?

¿Por qué enfilaron sus ataques en contra de la institución que garantiza el orden público, al extremo de causarle 22 bajas mortales y centenares de heridos? ¿Por qué echaron a rodar toda una campaña de desprestigio en contra de esa misma policía, que lo único que hacía era cumplir con su deber?

¿Por qué las noticias falsas, los rumores malévolos y las amenazas de exterminio masivo en contra del sandinismo, empezando con el magnicidio del comandante Ortega, la vicepresidenta Rosario Murillo y su familia?

¿No hubo acaso llamados de varios militantes del MRS –y de la Iglesia Católica-, para marchar a la vivienda del mandatario en El Carmen y asesinarlo junto a su prole al igual que –nos recordaban-, hizo el imperio con Mouammar Kadhafi?

¿No exhortaron a ensangrentar las calles con centenares, millares y hasta tres millones de muertos sandinistas a fin de alzarse con el poder? ¿Dónde se ha visto que en una “rebelión cívica” se invoque la intervención de Estados Unidos, con todas las brutales consecuencias que eso implica para una población indefensa?

¿No siguen invocando acaso una invasión gringa que arrase con el pueblo sandinista, y de ser posible, que incluya un portaviones a fin de garantizar la tierra arrasada por los marines? ¿No han hecho causa común con el empleado del imperio Luis Almagro, a fin de que la OEA abra las puertas del infierno para los nicaragüenses?

Se inventaron hasta “comandantes” emergidos de su enfermiza imaginación, en un afán de introducir en el imaginario nacional la idea de que estábamos en presencia de otra “insurrección popular”, similar a la que dio al traste con la dictadura somocista.

Hubo lugares donde los golpistas quemaron a familias enteras sandinistas, como en el barrio Carlos Marx, fracasaron en sus intentos de aniquilar a otros grupos familiares pero los dejaron sin vivienda, e incluso atravesaron en las calles alambres energizados con alto voltaje con el funesto propósito de electrocutar a las personas que ignoraban el fatal peligro.

Y mientras todo eso y más ocurría, los cabecillas golpistas, muchos de los cuales han huido del país para evitar ser castigados, echaron a andar con la complicidad de sus padrinos yanquis y europeos una bestial maquinaria de desinformación, achacando todos sus crímenes al gobierno y sus seguidores.

Se han atrevido a insinuar que los policías asesinados se suicidaron o que se mataron entre sí. A como sea y con la complicidad de la prensa al servicio del gobierno norteamericano, tratan de ocultar que son golpistas frustrados y que tienen las manos manchadas de sangre.

Hay muchas cosas más que evidencian al MRS y sus ONG aliadas, a un sector de la Iglesia Católica, al gran empresariado y a sus patrocinadores gringos y europeos, como fracasados gestores de un violento episodio golpista cuyas consecuencias aún no terminan.

La derrota inapelable de los aventureros políticos provocó que sus aliados norteamericanos se hicieran cargo de castigar a Nicaragua con sus sanciones económicas, y ahí, paradójicamente, los golpistas podrían ser los más perjudicados.

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