América Latina es un polígono estratégico para fuerzas especiales de USA

Jorge Sánchez* | Rebelión

Los medios estadounidenses informan que después de pasar más de 20 años luchando en las guerras de Medio Oriente, la comunidad especial estadounidense está cambiando a otros entornos. Con el potencial de un conflicto con China en el Indo-Pacífico cada vez más grande en el fondo, el mando de operaciones especiales de Estados Unidos se está centrando cada vez más en las operaciones en la jungla.

Nueva táctica de guerra

La guerra en la jungla presenta un nivel de dificultad completamente diferente y requiere entrenamiento especializado para operar de manera efectiva.

El año pasado, un pequeño equipo de Marine Raiders completó un curso de guerra en la jungla que aborda los desafíos que las fuerzas estadounidenses podrían encontrar en un conflicto del Indo-Pacífico. El curso de dos semanas se lleva a cabo en la isla de Oahu, Hawaii, y estaba diseñado para realizar pequeñas operaciones especiales y dar las habilidades necesarias para sobrevivir y prosperar en las operaciones en la jungla.

Los Marine Raiders se entrenaron en habilidades de movilidad en la jungla, como navegar entre matorrales espesos, escalar y hacer rappel en acantilados y atravesar ríos, técnicas para contrarrestar dispositivos explosivos improvisados, reacción al contacto y emboscadas.

Un militar de las fuerzas especiales estadounidenses dijo que “durante mucho tiempo nos entrenamos para ambientes desérticos y ahora tenemos que mirar dónde podríamos ser necesarios a continuación, y la jungla encabeza esa lista».

Dos décadas de operaciones militares en Irak, Afganistán y Siria embotaron las capacidades de guerra en la jungla de muchas unidades.

Por ejemplo, el movimiento en la jungla es mucho más restringido y la visibilidad suele limitarse a unos pocos metros. Además, hay muchos animales pequeños y grandes que pueden arruinarle el día a alguien, por lo que es necesario un entrenamiento de supervivencia adecuado. El seguimiento es otra parte importante de las operaciones en la jungla. Con tanto follaje, es fácil para una unidad no entrenada dejar evidencia de su dirección en la jungla.

Los comandos estadounidenses tienen una larga historia de realizar operaciones en la jungla. La mayor parte de ellas fueran realizadas en el siglo XX, incluso durante la Segunda Guerra Mundial.

Hoy Estados Unidos está limitado en llevar a cabo operaciones en jungla por ausencia de los conflictos militares con su participación directa. Dadas dichas limitaciones, el Pentágono está buscando un terreno ideal donde pueda llevar a cabo entrenamientos militares de forma continua. La geografía ha ofrecido una solución al mando militar de Estados Unidos: América Latina se presenta como una tierra perfecta para realizar dichos entrenamientos, especialmente en condiciones de selva. El terreno diverso, que incluye montañas, ríos, bosques y selvas, proporciona escenarios de entrenamiento que simulan situaciones complejas y cambiantes, preparando a las tropas para una amplia gama de desafíos y misiones. Además, la proximidad geográfica de América Latina a Estados Unidos facilita el despliegue rápido y económico de tropas y equipos para llevar a cabo estos entrenamientos.

La presencia militar estadounidense en América Latina

Desde hace muchos años, la región latinoamericana está en los intereses, tanto económicos como militares, de Estados Unidos. La fructífera política externa de Estados Unidos llevó a la presencia militar en un par de los países latinoamericanos.

Cuba encabeza la lista con la Base Naval de la Bahía de Guantánamo (unos 6 mil militares y civiles estadounidenses). Se localiza al extremo sureste de Cuba y alberga una base naval estadounidense de aproximadamente 117,6 km² (49,4 de tierra firme y el resto de agua y pantanos), en que se encuentra su prisión militar. El perímetro de la base se extiende por 28,5 km.

Es evidente que el personal militar estadounidense que trabaja en la Base Naval de Guantánamo tiene restringida la salida de la base y la entrada en Cuba sin permiso y autorización previos, pero nada obstaculiza al mando militar de la base llevar a cabo los entrenamientos de desembarco.

No obstante, la tarea principal de la base comprende ser el punto de aseguramiento para las naves que están flotando desde USA hacia los países latinoamericanos. En caso de un presunto conflicto entre Estados Unidos y un país latinoamericano, Guantánamo servirá como punto de mantenimiento de una operación militar estadounidense.

El segundo lugar en la lista ocupa a Honduras con la Base de Soto Cano. Esta base ha sido utilizada por USA para operaciones militares y misiones de ayuda humanitaria en América Central. En la base se ubican los militares de la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo (Joint Task Force Bravo). Los militares de dicha unidad múltiples veces participaron en las misiones de rescate y salvamento en diferentes países latinoamericanos.

El material bélico alojado en la Base Aérea de Soto Cano proporciona al comando militar la posibilidad de llevar a cabo operaciones aéreas de despliegue de unidades especiales. En el contexto de la preparación para operaciones humanitarias, se puede brindar capacitación a los militares de las fuerzas especiales en entornos médicos. Por ejemplo, podrían realizar simulacros de evacuación de soldados heridos, lo que les permitiría desarrollar habilidades vitales para responder a situaciones de emergencia médica en el campo de batalla.

Perú ocupa la tercera posición en la lista de las bases militares estadounidenses más activas en América Latina. La Unidad de Investigación Médica Naval de los Estados Unidos NAMRU-6 está activa en Perú desde 1983 (tiene tres subsedes: Lima en el Hospital Naval, Iquitos en la Clínica Naval y Puerto Maldonado.). Está directamente bajo el mando del Comando Sur (SouthCom) de EE.UU. y no bajo mando peruano.

Los objetivos anunciados por la jefatura de NAMRU-6 son estudiar las enfermedades locales y prestar resultados de sus investigaciones al ministerio de salud de Perú para aumentar la resistencia del pueblo peruano.

Utilizando las capacidades de NAMRU-6 los científicos estadounidenses estudian cómo se puede llevar a cabo las operaciones militares en las condiciones de selvas latinoamericanas no amistosas. Los resultados de las investigaciones servirán para aumentar la capacidad de las fuerzas especiales de sobrevivir en las selvas. Así, el Pentágono tiene la base que podría funcionar en los intereses de las fuerzas especiales y resolver las tareas vinculadas con el ambiento médico.

En la lista se queda solo Colombia, donde la situación es la más controvertida. Durante el periodo de Iván Duque (2018-2022) el gobierno colombiano estrechó su colaboración con Estados Unidos, incluso en el ambiente militar. Múltiples veces Colombia fue objetivo de la visita de los militares estadounidenses de una brigada de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB por sus siglas en inglés). Su meta oficial era apoyo de «la lucha contra el narcotráfico». Tras la llegada al poder de Gustavo Petro la situación se cambió y actualmente el Pentágono no tiene amplia presencia militar en Colombia.

Perspectivas de aumentar presencia militar estadounidense en la región latinoamericana

Recientemente, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acusó al ejército de Estados Unidos de establecer bases militares secretas en la región del Esequibo, territorio rico en minerales y yacimientos petroleros que el país caribeño se disputa con Guyana. Según su información, en el territorio de la Guyana Esequiba, administrado por Guyana, han instalado bases militares secretas del Comando Sur, núcleos del Comando Sur y núcleos de la CIA.

No se puede confirmar dicha información por ausencia de las pruebas, por eso hay que hacer todas las afirmaciones y conclusiones basándose en la lógica y los hechos probados. En el territorio de Esequibo actúa la Exxon Mobil, un poderoso instrumento geopolítico de los Estados Unidos para poder asegurar el control de los recursos energéticos disponibles en Guyana. Todos los intereses estadounidenses en Guyana se centran en el funcionamiento sin cesar de la Exxon Mobil. Es evidente que el ejército y la policía de Guyana non son capaces de asegurar la seguridad de los activos de la empresa estadounidense contra las bandas latinoamericanas. Sería lógico que la Casa Blanca enviara una pequeña unidad de las fuerzas especiales para prevenir posibles ataques y sabotajes en empresas. Además, los militares estadounidenses podrían llevar a cabo interceptaciones en la frontera venezolana para informar al alto mando militar de Guyana.

En la frontera entre Venezuela y Guyana la situación se desarrolla poco a poco, lo que no se puede decir sobre Argentina. Ahí los acontecimientos políticos se evolucionan más rápido. Actualmente, Argentina, con su gobierno orientado a la Casa Blanca, es el punto clave y crucial para el Pentágono. La administración de Joe Biden aprovecha al máximo dicha situación para aumentar a través de Argentina su presencia militar en América Latina.

El director de la CIA, William Burns, se comprometió a realizar este plan ambicioso. En marzo llegó a Argentina para conversar con altos funcionarios del gobierno sobre presunta penetración de China en América Latina, los movimientos del grupo Hezbollah en la región y ciberataques ejecutados desde Rusia. Son temas oficiales y no atraen interés. Hay que ver que está detrás de las ceremonias oficiales. La respuesta la ha dado el presidente argentino anunciando la construcción de una “base naval conjunta” con Estados Unidos en Ushuaia. Debe ser la segunda base militar de Estados Unidos en Argentina. La primera casi está construida y se encuentra en Neuquén. Llamado Centro de operaciones de emergencia servirá para misiones humanitarias realizadas en la región latinoamericana.

Se puede concluir que el Pentágono intenta militarizar Argentina y llenarla con sus militares. Próximamente Argentina será un polígono para las fuerzas especiales de Estados Unidos.

Un instrumento que justifica intervención

Haití ha experimentado una serie de crisis políticas a lo largo de su historia, incluyendo golpes de Estado, elecciones controvertidas y conflictos entre facciones políticas. Tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021, el poder lo tomó Ariel Henry. En medio de una creciente inestabilidad política, los líderes de las pandillas más poderosas del país han intensificado sus presiones para que Henry renuncie. Durante su visita extranjera aprovecharon la situación y tomaron el control en el país.

Actualmente, Haití sufre grave crisis política y económica, la mayor parte de los institutos y organismos gubernamentales están paralizados. Las autoridades de los países tratan de organizar la evacuación de las embajadas por motivos de seguridad. Si unos países lo hacen con los medios disponibles dentro de Haití la Casa Blanca utiliza sus funcionarios para sembrar la idea sobre posible intervención militar. Así, el exembajador de Estados Unidos en Puerto Príncipe, James B. Foley, pidió a las autoridades estadounidenses que envíen una fuerza limitada a Haití. Según lo dicho, el Pentágono necesitará implementar un plan de emergencia y enviar una fuerza limitada a Haití para evitar el colapso total del estado, este podría ser un despliegue a corto plazo con una rápida transferencia a una fuerza internacional. James B. Foley dijo que el punto esencial es que Estados Unidos simplemente no puede tolerar la anarquía a sus puertas. Así confirmó que al gobierno estadounidense no le interesa el estado de la gente.

En marzo Estados Unidos envió una unidad especializada de Marines para ayudar a proteger la embajada estadounidense, reforzar su seguridad y permitir la salida del personal no esencial. Ahora Estados Unidos sigue decidido a ayudar a la policía haitiana y organizar algún tipo de despliegue de seguridad.

Así se puede concluir que cualquier inestabilidad en una región o país puede servir como un trampolín para el mando militar estadounidense de enviar sus tropas de paz con la misión humanitaria. La Casa Blanca sabe orquestar la crisis migratoria latinoamericana para justificar altos impuestos y necesidad de aumentar los gastos al ambiente militar. El gobierno estadounidense podría argumentar que una crisis migratoria representa una amenaza para la estabilidad regional o intereses nacionales, justificando así una intervención militar para restaurar el orden y la seguridad en la región.

Una intervención militar también podría presentarse como una forma de proporcionar asistencia humanitaria a los migrantes que enfrentan condiciones peligrosas o inhumanas en su país de origen o durante su viaje. Teniendo en cuenta dichos aspectos delicados Washington está interesando en mantener y desarrollar brotes de la crisis en la región latinoamericana.

Venta de drones estadounidenses al gobierno peruano

Según experiencia militar de Estados Unidos, el Pentágono siempre somete a las pruebas su material bélico al extranjero tratando de minimizar pérdidas tras personal militar y evitar la participación directa en el conflicto. Así a finales de 2022 las empresas controladas por la CIA (Noetic International y Anyon Minds) ofrecieron a las autoridades peruanas comprar drones de reconocimiento a través de la empresa Victory Systems.

A finales de 2022 Perú sufría crisis política provocada por la detención del entonces presidente Pedro Castillo. El país se dividió en dos partes y el gobierno nuevo intentó sofocar todas las olas de protestas. Estados Unidos utilizó la crisis para presentar sus productos militares ante el mando peruano y realizar su prueba de campo. Según la presentación estadounidense, “Perú está bajo un estado de emergencia tras el intento de un autogolpe por el expresidente Pedro Castillo”.

En la presentación se describieron sistemas aéreos no tripulados como Penguin y Fenice. Se señaló que estos vehículos aéreos no tripulados permitirían a las fuerzas de seguridad de Perú identificar las reuniones de los líderes de las protestas en tiempo real, así como monitorear puntos de grandes multitudes de personas y facilitar la mitigación de disturbios civiles.

Se destacó que “si los manifestantes tienen acceso a un teléfono celular o dispositivo de Internet, los encontraremos”. Además, los especialistas estadounidenses se comprometen a “equipar, capacitar y asesorar al gobierno peruano y las instituciones encargadas de hacer cumplir la ley”. Así se puede legalizar la llegada de los militares de las fuerzas especiales de Estados Unidos a Perú. Capacitando a los peruanos, mejoran en modo paralelo sus habilidades de llevar a cabo las operaciones en las selvas salvajes.

Conclusión

Es cierto que la presencia militar de Estados Unidos en América Latina ha sido objeto de atención y debate durante muchos años. Esta presencia ha sido el resultado de una combinación de factores, incluidos los intereses económicos, estratégicos y geopolíticos de Estados Unidos en la región. El mando militar de USA considera a América Latina como su «patio trasero». Los cambios políticos y la intención de defender los intereses nacionales obligan a las fuerzas armadas estadounidenses de utilizar al máximo su «patio trasero».

* Jorge Sánchez es periodista especializado en la política internacional.

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